lunes, 10 de octubre de 2011

ACTIVIDAD 5: Reporte de lectura Depresión económica 1929

Instrucciones: Lee los siguientes textos y elabora un reporte de lectura, no olvides anotar objetivo, comentario 1, comentario 2 y hacer tu mapa conceptual



La depresión económica de 1929



“Edward Stone, importante especulador bursátil, llegó a casa a las seis de la tarde del Jueves Negro. Con los ojos enloquecidos gritó a su hija Edith:
- No podemos conservar nada. No tengo ni un centavo. La Bolsa se ha hundido. Nos hemos quedado sin nada. ¡Nada¡ ¡Voy a matarme¡ Es la única solución. Tendréis el seguro...
Y echó a correr en dirección a la terraza (...). Un paso le separaba de la barandilla cuando Edith logró agarrarle un pie y retorcérselo hasta derribarlo (...). Entonces intervino la esposa, que le abofeteó repetidas veces y, al fin, Edward Stone empezó a reaccionar (...). Todo había pasado en menos de cinco minutos. Comenzaron a llegar los criados, a quienes hubo que decir que se había caído.
Al final, ya más calmado y en su habitación junto a su mujer e hija, logró contar lo ocurrido. Estaban en la más completa miseria. Ese día había perdido más de cinco millones de dólares.

Gordon Thomas. El día en que se hundió la Bolsa


¿Cómo se produjo el “crack” de 1929?


Por César Vidal

A más de diez años del final de la primera guerra mundial el mundo parecía hallarse en el mejor de sus momentos. La inversión crecía, el empleo aumentaba y el bienestar se popularizaba como en ningún momento anterior de la Historia universal. Sin embargo, en octubre de 1929, la Bolsa de Nueva York quebró y todo el planeta se vio arrastrado a un curso desgraciado que carecía de precedente comparable en la trayectoria histórica del ser humano.

El final de la Primera Guerra Mundial en 1919 trajo consigo cambios espectaculares. Quizá el más significativo fuera que Estados Unidos había emergido como una gran potencia y que se había convertido en el primer acreedor mundial. El triunfo de los bolcheviques en Rusia en 1917 había hecho temer la extensión de revoluciones sociales en Europa pero a inicios de los años veinte la amenaza estaba, aparentemente, conjurada y, en medio de una extraordinaria creatividad artística, el mundo parecía no sólo recuperar la tranquilidad sino avanzar hacia un bienestar incomparable. No en vano se comenzaba a hablar de unos “felices años veinte” en los que a los sonidos del charlestón se sumaron los de los primeros automóviles o las pianolas que aportaban la música de fondo a las películas de Charlot.

En 1927, tras haber recogido enormes beneficios en el exterior y apoyándose en una economía en estado de expansión, los financieros de Estados Unidos que operaban en la bolsa de Wall Street dirigieron sus operaciones hacia el mercado interior. Esta decisión tuvo una trascendencia considerable ya que en la medida en que compraban valores nacionales se producía una subida de los precios de las acciones de las empresas norteamericanas. Como era de esperar, mientras seguían produciéndose subidas, aumentaba el número de inversores que deseaban aprovechar la tendencia alcista de la Bolsa.

Cuando llegó el año 1929, cerca del nueve por ciento de los norteamericanos había invertido ya sus ahorros en el mercado de valores. En algunos casos lo habían hecho por su cuenta pero en otros se habían valido de empresas de inversiones creadas con esta finalidad. Esta circunstancia significaba no sólo que su futuro dependía de los avatares de la Bolsa sino también el de sus hijos porque esos ahorros en no escasa medida tenían la finalidad de asegurar sus estudios en la universidad o la apertura de negocios de mayor o menor dimensión. Cuando en el mes de marzo de 1929, Herbert Hoover fue nombrado presidente todo hacía preludiar un mandato feliz. ¿Todo? La Reserva federal aumentó en un uno por ciento el tipo de interés y aconsejó a los bancos que la componían que no concediesen créditos para invertir en la Bolsa. Temía —y no le faltaba razón— que la época de las vacas gordas terminara. Sin embargo, al final la Reserva no se atrevió a mantener esta línea de conducta porque uno de sus directores tenía importantes intereses en el mercado de valores y no deseaba perder dinero. En cualquier caso, la voz de alarma estaba dada y en octubre de 1929, comenzó a producirse una venta de activos bursátiles con la intención de invertirlos en otras actividades.

No era nada grave pero no tardó en cundir el pánico. El miércoles, 23 de octubre se vendieron seis millones de acciones a precios que cada vez resultaban menores. El denominado “jueves negro”, el número de acciones vendidas se elevó a doce millones. Cuando comenzó la semana siguiente se vendieron otros nueve millones de acciones.

En el “martes negro” —tras una pérdida de más de veinticuatro mil millones de dólares en una semana— se colapsó la Bolsa. Entonces el pavor que se había apoderado de la Bolsa de Nueva York se extendió como una mancha de aceite por todo el país. En Chicago, en San Francisco, se produjo el caos. La respuesta inmediata de la gente de la calle fue acudir a los bancos donde tenían depositado su dinero para retirarlo. Como era de esperar, los bancos no pudieron devolver todos los depósitos por la sencilla razón de que una buena parte estaba invertida en préstamos o inversiones. El resultado inmediato fue la quiebra en cadena de un banco tras otro y con ella los suicidios de financieros y empresarios que se habían visto arrastrados a la ruina de la noche a la mañana. El gobierno podía haber contenido aquella situación simplemente con nuevas emisiones de moneda y realizando un llamamiento a la tranquilidad. No lo hizo y en cuestión de semanas, los impagos y la morosidad se dispararon y con ellas el cierre de las empresas y el desempleo.

En Estados Unidos, el número de parados ascendió a dos millones de personas. Era un desastre pero peor fue en Gran Bretaña donde llegó a cuatro millones o en Alemania donde rebasó los seis. Economías que contaban con buenas perspectivas como la argentina, la mexicana o la brasileña se vinieron abajo. Lo peor de todo no fueron los efectos económicos de la crisis sino los socio-políticos. De la noche a la mañana, la clase media se vio aniquilada y arrastrada hacia su proletarización mientras que la clase obrera acentuaba su desconfianza hacia los sistemas liberales y volvía los ojos hacia soluciones totalitarias que, en apariencia, le asegurarían al menos el pan cotidiano.

Fuente: http://revista.libertaddigital.com/como-se-produjo-el-crack-de-1929-707.html

Para comprender mejor…
¿Cómo funcionan las Bolsas de Valores?

Por Redacción BBC Mundo

¿Para qué sirven las bolsas? La bolsa es el escenario en el que se realiza la compraventa de valores, en base a unos precios conocidos y en tiempo real. Se trata de un entorno seguro para la actividad de los inversionistas, donde el mecanismo de las transacciones está internamente regulado, de manera que garantiza las condiciones necesarias de legalidad y seguridad.

La bolsa lleva el registro de las cotizaciones y los precios efectivos de los títulos de valores. Los valores que se negocian en las bolsas están aprobados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores o instituciones similares, dependiendo de cada país, que regulan y supervisan las actividades de la bolsa.

¿Qué son los "valores"?
Lo que se puede comprar y vender en una bolsa de valores va mucho más allá de las acciones de empresa. Según la Real Academia Española los "valores" son "títulos representativos o anotaciones en cuenta de participación en sociedades, de cantidades prestadas, de mercaderías, de depósitos y de fondos monetarios, futuros, opciones, etc., que son objeto de operaciones mercantiles".

Es decir, el concepto de "valores" incluye numerosos activos financieros, como acciones, obligaciones, bonos, certificados de inversión y demás títulos-valores inscritos en bolsa:

¿Quiénes actúan e influyen en la bolsa?
Para poder trabajar en el patio de contratación o parquet, un operador debe ser miembro autorizado de la bolsa. El ciudadano común puede invertir en bolsa utilizando los servicios de un Broker (corredor de bolsa) o a través de un portal de internet que se dedique a esa actividad.
Para poder entrar en bolsa o "cotizar" en los mercados de valores, las empresas tienen que hacer pública su situación financiera, de manera que los inversionistas puedan conocer su estado de "salud" económica.

Los corredores de bolsa realizan operaciones especulativas a corto plazo, con la intención de obtener beneficios como resultado de los altibajos de los precios de las acciones, que fluctúan según la oferta y la demanda.

Las bolsas están sujetas al vaivén de los ciclos económicos y están influenciadas por desencadenantes psicológicos: en ocasiones, un falso rumor puede provocar la caída de una acción.

En última instancia, los precios de los títulos pueden depender de lo que la mayoría de los inversionistas piensa que la mayoría de los analistas cree que va a suceder.

No obstante, en términos generales, la bolsa es un indicador fiable de cómo va la economía de un país.

Fuente: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/newsid_7657000/7657529.stm

¿Cómo cae una bolsa de Valores?
Con ejemplos simples…
Si tengo 10 caramelos y hay 20 niños que quieren comprarlos, puedo subir el precio de esos caramelos y si me han costado 10 pesos cada uno los pongo en venta a 15 o 20 pesos, pero si en vez de 20 niños solo hay 5 que los quieren tengo que bajar los precios porque no hay demanda. Los caramelos son las acciones y los niños son los corredores de bolsa. Esto es un ejemplo de la caída de una Bolsa de Valores.

Un cuento sobre ¿Cómo funciona una bolsa de valores?
Una vez llegó al pueblo un señor, bien vestido, se instaló en el único hotel que había, y puso un aviso en la única página del periódico local, estaba dispuesto a comprar cada mono que le llevaran por $10. Los campesinos, que sabían que el bosque estaba lleno de monos, salieron corriendo a cazar monos.

El hombre compró, como había prometido en el aviso, los cientos de monos que le llevaron a $10 cada uno sin chistar. Pero, como ya quedaban muy pocos monos en el bosque, y era difícil cazarlos, los campesinos perdieron interés, entonces el hombre ofreció $20 por cada mono, y los campesinos corrieron otra vez al bosque. Nuevamente, fueron mermando los monos, y el hombre elevó la oferta a $25, y los campesinos volvieron al bosque, cazando los pocos monos que quedaban, hasta que ya era casi imposible encontrar uno.

Llegado a este punto, el hombre ofreció $50 por cada mono, pero, como tenía negocios que atender en la ciudad, dejaría a cargo de su ayudante el negocio de la compra de monos. Una vez que viajó el hombre a la ciudad, su ayudante se dirigió a los campesinos diciéndoles: ‘fíjense en esta jaula llena de miles de monos que mi jefe compró para su colección, ni recuerda que los tiene. Yo les ofrezco venderles a ustedes los monos por $35 y cuando mi jefe regrese de la ciudad, se los venden por $50 cada uno‘.
Los campesinos juntaron todos sus ahorros y compraron los miles de monos que había en la gran jaula, y esperaron el regreso del ‘jefe’. Desde ese día, no volvieron a ver ni al ayudante ni al jefe. Lo único que vieron fue la jaula llena de monos que compraron con sus ahorros de toda la vida.

Ahora tienen ustedes una noción de cómo funciona el Mercado de Valores y la Bolsa.

Fuente: http://www.fiscalito.com/como-funciona-la-bolsa-de-valores.html

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