Historia Universal Contemporánea
Lic. Violeta Ramírez Mora
Colegio de Bachilleres plantel 4 Taxco
PARCIAL 1 EVIDENCIA 3
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La Primera Guerra
Mundial
Cuando a comienzos de agosto de
1914 estalló la "Gran Guerra" como también es llamada la Primera Guerra Mundial, Europa no había vivido ningún
conflicto general desde las guerras napoleónicas. ¿Por qué después de un siglo
todas las grandes potencias se vieron envueltas en una lucha "total"?
Las circunstancias de una crisis diplomática no bastan para explicarla. Ante
todo hay que tener en cuenta el estado de las relaciones internacionales en los
diez años precedentes, en que la paz estuvo vacilando constantemente. Las causas
profundas de esta precariedad radican por una parte en las manifestaciones del
sentimiento nacional en forma de los movimientos protestatarios de las "minorías
nacionales", o de los nacionalismos expansionistas de los grandes Estados;
por otra, en la rivalidad de los intereses económicos y financieros. Estas
corrientes del sentimiento nacional y estos intereses materiales habían
contribuido, al mismo tiempo que las crisis políticas, a formar las
mentalidades...»
INTRODUCCIÓN
Cuando a comienzos de agosto de
1914 estalló «la Gran Guerra», Europa no había conocido ningún conflicto
general desde el fin de las guerras napoleónicas. ¿Por qué después de un siglo todas
las grandes potencias se vieron de nuevo envueltas en una lucha «total»? Las
circunstancias de una crisis diplomática —la de julio de 1914— no bastan para
explicarla. Ante todo, es necesario tener en cuenta el estado de las relaciones
internacionales en el curso de los diez años precedentes.
Entre 1904 y 1914, en cuatro
ocasiones, Europa había visto surgir la amenaza de una guerra general: en
1905-1906, con ocasión de las iniciativas tomadas por Alemania para dificultar
la expansión francesa en Marruecos; en febrero-marzo de 1909, a consecuencia de
la anexión de Bosnia-Herzegovina por Austria-Hungría; en julio-agosto de 1911,
con ocasión de la nueva crisis marroquí provocada por la política alemana; y en
1912-13, durante las dos guerras balcánicas, las cuales habían enfrentado
peligrosamente los intereses de Rusia y de Austria-Hungría. Salvo en 1907 y en
1910, la paz había estado vacilando constantemente.
¿Cuáles eran las causas profundas
de esta precariedad? Por una parte, las vigorosas manifestaciones del
sentimiento nacional, bajo la forma de los movimientos protestatarios de las «minorías
nacionales», o bien de los nacionalismos expansionistas de los grandes Estados;
por otra, la rivalidad de los intereses económicos y financieros.
Estas corrientes del sentimiento
nacional y estos intereses materiales habían contribuido, al mismo tiempo que
las crisis políticas, a formar las mentalidades.
Mentalidad de los jefes de Estado o de gobierno: Pensaban
que esta guerra general, cuatro veces amenazadora, no tardaría en estallar.
Unos la creían probable y otros necesaria (Guillermo II empleó esta palabra en
una entrevista con el rey de Bélgica en noviembre de 1913). Tenían tendencia a
razonar y a obrar como si la corriente fuera invencible. La mayor preocupación
de cada uno era, pues, reforzar sus alianzas en interés de su seguridad.
Mentalidad de los estados mayores: Tenían el deber de poner
su ejército y su flota en posición de afrontar esta guerra; por lo tanto,
querían aumentar los recursos en material y acrecentar los efectivos del tiempo
de paz para reducir el plazo necesario a la movilización. La carrera de
armamento terrestre entre Alemania, Francia y Rusia, y de armamento naval entre
Alemania y Gran Bretaña, había sido la consecuencia de la tensión diplomática,
pero también había contribuido a agravarla, pues los gobiernos, para hacer aceptar
los nuevos impuestos militares, habían sido inducidos a hacer vibrar la
«cuerda» nacionalista. En esta carrera de armamentos, el que poseía una
superioridad y que sabía que esta ventaja sería tan sólo momentánea, estaba
tentado de aprovecharla. Este era el estado de ánimo del estado mayor general
alemán en 1913.
Mentalidad de los pueblos: Prestaban más atención a la
propaganda nacionalista que a los llamamientos pacifistas; después de estas
alarmas repetidas, iban a experimentar una resignación fatalista ante la perspectiva
de la guerra; ciertos medios pensaban incluso que, para escapar de la tensión
nerviosa, sería mejor «ponerle fin». Después de un largo período de paz —aunque
una paz un tanto inquieta—, estos pueblos no se daban cuenta de lo que iba a
significar la llamada a las armas. Era una atmósfera favorable para la
explosión de un conflicto. No obstante, ¿parecía inminente esta guerra?
Ciertamente, no. En los primeros meses de 1914, la «tensión» en las relaciones
internacionales era menor que durante el año precedente. El embajador de
Francia en Berlín escribía, el12 de junio: «Estoy lejos de imaginar que en este
momento haya en el aire algo que represente una amenaza para nosotros; todo lo contrario».
Pero, quince días más tarde, el
asesinato por un bosnio del archiduque heredero de Austria-Hungría, Francisco
Fernando, en Sarajevo —por consiguiente, un individuo austríaco, pero serbio
por el sentimiento nacional—, abre la crisis internacional que conducirá a la
guerra europea. El gobierno austrohúngaro reprocha al gobierno serbio una
«complicidad indirecta» en el atentado, pues las armas del asesino provenían de
los arsenales de Belgrado; envía un ultimátum a Serbia después de tres semanas
de reflexión, en el que pide, entre otras condiciones, la participación de
agentes de la policía austríaca en la investigación emprendida en Belgrado para
encontrar a los cómplices del atentado; cuando el gobierno serbio rechazó esta cláusula,
Austria-Hungría le declaró la guerra (28 de julio).
La guerra austro-serbia provocó
un conflicto austro-ruso: el gobierno del zar había anunciado, el 24 de julio,
que no dejaría «aplastar a Serbia»; ante la noticia del bombardeo de Belgrado,
decretó una movilización parcial, dirigida sólo contra Austria-Hungría (29 de
julio); pero, como fuese que Alemania, aliada de Austria-Hungría desde hacía 35
años, declarara que no toleraría «la continuación de las medidas militares
rusas», el zar promulgó, al día siguiente, la orden de movilización general (30
de julio).
Entonces, el conflicto
austro-ruso se convierte en europeo. Alemania proclama el estado de «peligro de
guerra» y el 31 de julio dirige un ultimátum a Rusia para exigir la retirada de
las medidas de movilización; al mismo tiempo, pide a Francia, aliada de Rusia
desde hacía 22 años, la promesa de permanecer neutral en una guerra
germano-rusa. El gobierno francés rehúsa dar esta promesa, y decide, al mismo
tiempo que el gobierno alemán, la movilización general. El 10 de agosto, por la
noche, Alemania declara la guerra a Rusia.
El 2 de agosto intima a Bélgica,
a pesar del estatuto internacional de neutralidad que la protege, para que dé paso
a sus ejércitos. El día 3 envía la declaración de guerra a Francia. Por la
violación de la neutralidad belga, Gran Bretaña decide entrar en la guerra al
lado de Francia y Rusia, mientras que Italia, aunque desde 1882 es aliada de
Austria-Hungría y de Alemania, declara su neutralidad. ¿Por qué esta crisis no
pudo ser solucionada por vía diplomática? El gobierno austrohúngaro quiso aprovechar
la ocasión que le ofrecía el atentado de Sarajevo para destrozar por la fuerza
el movimiento nacional serbio. El gobierno ruso no consiente que Serbia sea
aplastada, puesto que Austria-Hungría habría adquirido una situación
preponderante en toda el área balcánica, la cual, desde hacía casi un siglo,
era el teatro de una lucha de influencia entre los dos imperios. Alemania y
Francia creyeron que la conservación de sus alianzas era indispensable. Gran Bretaña
fue consciente de que sus intereses generales le pedían cerrar el camino a una
hegemonía alemana sobre el continente.
En esta crisis de julio de 1914,
ni los movimientos de opinión, ni la presión de los intereses económicos, llevarían
a los gobiernos hacia la guerra; sólo las preocupaciones de seguridad, de
potencia o de prestigio orientaron las decisiones. Ciertamente, ninguno de
estos gobiernos había premeditado la guerra general. Pero Austria-Hungría y
Alemania habían establecido un plan de acción de fuerza que, en una Europa
inquieta, comportaba el riesgo de un gran conflicto; ellas fueron las que
rehusaron toda solución diplomática; también fueron ellas las que, cuando se
afirmó la resistencia de Rusia, prefirieron la guerra general antes que abandonar
su plan.
FUENTE: LA PRIMERA GUERRA
MUNDIAL, PIERRE RENOUVIN
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